viernes, 12 de septiembre de 2008

Circulando por Noruega (I)

Aquí os publico las tres partes de un relato que me parece interesantísimo y que hace reflexionar sobre las distintas maneras que hay de plantearse qué significa ser conductor y como lo llevamos a cabo. Ahí va...
autor: Josep Camós
fuente: circulaseguro.com

Skoda Octavia

Llevaba el dato en la mente cuando bajé del avión. Morir en un siniestro que suceda en carreteras españolas resulta 15 veces más barato que en Noruega. Esa era una de las conclusiones de un estudio que publicó la AEC hace como tres años. El informe relacionaba las inversiones hechas en materia de seguridad vial en cada país con el número de fallecidos en sus carreteras.

Y allí estaba yo, morboso de mí, dispuesto a descubrir los secretos de las ejemplares vías escandinavas. Me esperaban varias horas de volante, algunas bajo la lluvia más intensa, otras bajo un sol de lo más radiante. Cosas de la bromista climatología noruega. En cualquier caso, mi periplo por tierras nórdicas me sirvió para ver caer un mito y hacer crecer otro que ya existía.

Luces a todas horas

Luces de corto alcance con el mando en posición cero

Pues sí. He ido a parar a Noruega, una de las cunas de las luces 24 horas. Ignorante como yo solo, creía que iba a ser necesario poner en marcha las luces al conectar el motor. No hace falta. Tal cual pongo la llave en posición de contacto se enciende el testigo del alumbrado de corto alcance. Extasiado como un chimpancé en pleno análisis del cacahuete, giro el botón, pongo posición y se apaga el testigo, paso a cortas y se enciende el testigo y todo el cuadro de mandos. Vuelvo a la posición cero y sigo con las luces en marcha. Total, que la diferencia entre cero y cortas está en que se me ilumine el coche por dentro, porque por fuera parece que voy a la feria.

A medida que voy ganando kilómetros por las carreteras noruegas, acabo entendiendo los beneficios de llevar las luces encendidas a todas horas. Luce un sol de lo más sevillano en plena región de los Fiordos desde las cuatro de la madrugada hasta las once de la noche, y aún así las luces hacen que los coches se vean a leguas de distancia. Y las motos, también. Por el retrovisor veo a tres motoristas tres que entran y salen de la caravana de coches que vamos circulando a una misma velocidad. Sí que destacan, sí. Con un vistacillo de nada los tengo más que controlados. Mientras miro al horizonte, pienso que no encuentro razones para sostener el argumento patrio de que las motos perderán visibilidad si el resto de vehículos llevan las luces en marcha.

Marcas amarillas

Ovejas en la calzada

En el largo camino del aeropuerto al hotel el tiempo hace de las suyas. Me cae una manga de agua de aquellas que asustan. La carretera es bastante cutre, pero en ningún momento pierdo de vista las marcas del centro. Las de los laterales, sí. Mira por dónde, hay una simple diferencia entre unas y otras líneas: el color. Las marcas que delimitan el borde de la calzada son de color blanco, como las líneas transversales de un ceda el paso, por ejemplo. Sin embargo, las marcas que separan los sentidos de la circulación son de color amarillo. Y se ven claramente aunque les caiga encima el Diluvio Universal. Al pasar por túneles, esas marcas son de color blanco. Conclusión: las pintan de amarillo para que se vean con lluvia o nieve. No me he quedado calvo pensando, no.

Si la memoria no me falla, cuando yo era muy, muy pequeño las marcas viales en España también eran de color amarillo. O al menos, así lo recuerdo. Imagino que el cambio de aires que experimentó nuestro país hace más de treinta años contempló la homogeneización de este tipo de señalización con la que se emplea en los países vecinos. En Noruega, sin embargo, el pragmatismo se impone a la uniformidad.

Animales en la calzada

Vacas en la calzada

La región está llena, pero llena, de rebaños de animales que triscan a sus anchas sin vigilancia alguna. Ovejas, vacas y caballos invaden las carreteras en cualquier momento. Los conductores los esquivamos como algo habitual. Sólo veo una situación de peligro, precisamente cuando estoy haciendo la foto que ilustra este apartado. Por mi espalda escucho un ruido que me dice que alguien viene demasiado rápido. Mientras disparo, me giro (de ahí que la imagen salga algo movida). Es un trailer que viene a toda mecha. Le hago señas para que frene y mientras pasa por mi lado oigo cómo el ABS hace su función sobre el asfalto. No ha sido nada. El conductor ha conseguido frenar a tiempo un trasto de 40.000 kilos en pocos metros y con el suelo húmedo.

Mientras deshago las maletas pienso que quizá morir en un siniestro que suceda en carreteras españolas resulta 15 veces más barato que en Noruega. Pero va a ser que no es cosa de invertir millones en carreteras. O también, pero no se trata sólo de eso.

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